Es la historia del mayor criminal en serie vivo de los Estados Unidos. En 2016, a 40 años de su primera violación, que antecedió a otras 50 y a 12 asesinatos, se volvió a analizar la evidencia de ADN. El martes, dos años después fue identificado y detenido.
Por Fernando del Rio
Joseph James DeAngelo carga con 72 años y es un viejito que no ha perdido el semblante de un hombre recio. Es calvo, tiene ojos celestes, una piel facial llena de pecas y ningún gesto de anciano bonachón. Claro que eso no lo transforma ante la comunidad de Citrus Height en un sospechoso de algo más que un viejo con aspecto malhumorado.
Es el viejo al que le gusta cortar el césped y armar aviones a escala. El que trabajó durante 27 años en una distribuidora de alimentos después de haber sido oficial de policía en las afueras de Auburn, allí en Sacramento, su lugar en el mundo. Los vecinos del pintoresco barrio lo ven como a uno más. Suele ser un viejo quejoso que presta atención a que nada ensucie su patio trasero, tal como se lo hizo saber hace ya varios años a la familia Tapia cuando acusó a sus miembros falsamente de arrojar cosas por encima del vallado.
Los vecinos desconocen el misterio que oculta en un cofre de su memoria. El mismo misterio que permanecía escondido en una tarjeta de perfil genético del FBI. Él es un asesino. Y posiblemente no solo eso: tal vez sea el asesino serial con vida más importante de los Estados Unidos y uno de los criminales con más delitos atribuibles. Es probable que Joseph DeAngelo sea el temido “El violador del lado Este”, “El original acosador nocturno”, “El asesino del Golden State”.
Joseph DeAngelo
En la noche del martes un grupo combinado de policías de Sacramento, del FBI y la fiscal de distrito Anne Marie Schubert lo arrestaron y por estas horas presentarán 12 cargos de homicidio contra DeAngelo. Por añadidura probatoria, acaso le puedan imputar un total de 175 delitos, la mayoría de ellos robos y 51 violaciones.
“Crecimos escuchado las aterradoras historias del asesino del lado este, nos daba miedo irnos a dormir, y hoy resulta que es uno de los vecinos. Estoy en shock”, dijo Beth Waish.
Los crímenes sucedieron entre 1976 y 1986, aunque en la franja que va de 1976 a 1979 fueron todos abusos sexuales. Lo singular es que 34 de esos hechos se produjeron en un perímetro menor a los 5 kilómetros de donde vivía DeAngelo. Esos fueron llamados los crímenes (por ataques) del Lado Este o East Side Rapist.
Entre 1979 y 1981 hubo una serie de asesinatos próximos a Santa Bárbara y Los Angeles, con 12 víctimas fatales. En un par de ellos hubo evidencia genética del asesino –al igual que en una de las violaciones- y que fue preservada para cuando la tecnología de ADN permitiera dar alguna pista.
En el año 2016, al cumplirse el 40 aniversario del inicio de la serie de crímenes el FBI y las autoridades californianas libraron una recompensa por 50 mil dólares para quien tuviera datos del asesino y violador. Al mismo tiempo recuperar las evidencias de ADN y las re-analizaron con nuevas técnicas, lo que permitió avanzar, lentamente, hacia la conformación de un perfil genético con posibilidades de ser comparado.
El estudio de la población urbana en las adyacencias a los crímenes y el entrecruzamiento de información con bases de datos puso en el plano de sospecha a DeAngelo, un ex policía del condado de Sacramento en aquellos años 70. Es que DeAngelo aparecía con antecedentes por haber sido echado de la fuerza policial luego de robarse un martillo y un repelente para animales.
Ese hombre, que había combatido en Vietnam y regresado a la sociedad con el título de veterinario, siguió con su vida normalmente. Cuatro año después del último asesinato, en 1990 ingresó a trabajar en una distribuidora de alimentos y se jubiló en 2017, tras 27 años de no levantar una sola sospecha.
Pero el ADN hizo lo suyo. Primero se “seleccionó” el candidato a cotejar: un hombre con rasgos similares a los identikits de hace 35 años, que viviera en la zona y que hubiera tenido algunos conflictos con la ley. DeAngelo apareció en escena. En los últimos meses se esperó la ocasión de obtener ADN descartado de él y para ello fue necesario un gran trabajo encubierto de las fuerzas investigativas.
Una vez conseguida la muestra –no se dijo de qué modo- se la cotejó y hubo una conmoción: había coincidencia. La semana pasada los policías siguieron los pasos de DeAngelo solo para garantizar que no fuera a resistirse o a pretender suicidarse al momento de la detención.
Finalmente el martes por la noche irrumpieron en la casa de Canyon Oak Dr 8316 .
“Durante más de 40 años, innumerables víctimas han esperado justicia”, dijo la fiscal Schubert en la conferencia de prensa de ayer. “Encontramos la aguja en el pajar y estaba justo aquí en Sacramento. La respuesta siempre iba a estar en el ADN “.